El Atlas de la clínica iconográfica de las enfermedades de la piel o dermatosis nace como consecuencia del deseo del doctor José Eugenio Olavide de plasmar de una forma gráfica y práctica la dermatología del siglo XIX. Esta obra reúne todo su aprendizaje y observaciones sobre las enfermedades cutáneas desde que él mismo se encargara de las salas del Hospital San Juan de Dios a partir de 1860.
Como Olavide mismo comentaba: «Una enfermería de 120 camas, siempre ocupadas, es un gran museo natural, donde la vista se acostumbra pronto a observar los detalles más minuciosos de las diferentes dermatosis».
En el prólogo de su obra Dermatología general y clínica iconográfica de las enfermedades de la piel o dermatosis, publicada en 1871, nos explica la finalidad de la de esta obra: «La lectura de varias obras de dermatología, hecha con la premura del que desea saber pronto, me confundía más y más. Mi imaginación había visto en la descripción de los libros clásicos dermatosis que mis sentidos no encontraban, y viceversa, lo que impresionaba a mis sentidos delante de los enfermos, en nada se parecía a las ilusiones, o mejor, a las enfermedades ilusorias que por el resultado de estudios puramente teóricos se había forjado mi mente […]»
Y continúa narrándonos cómo se gestó su Atlas…: «Tuve que empezar esperando a que mi vista se familiarizase con el aspecto tan variado como heterogéneo de las dermatosis, después principié a notar analogías y diferencias, y entonces ya los libros me sirvieron para algo. Recogí observaciones, en las cuales hoy suelo encontrar algunos errores de diagnóstico, pero seguí adelante; y cuando por efecto de su síntesis y de la síntesis de los estudios teóricos formé mi cuerpo de doctrina, creí que era la más oportuna ocasión de hacer nuevas y más minuciosas observaciones prácticas, pero de una manera tan gráfica, que fuera imposible borrarlo de mi memoria. De aquí nacieron estas láminas, hechas con la única idea de formarme un pequeño museo en mi gabinete, porque yo no ignoraba la imposibilidad de publicar, con mis solos recursos, una obra de estas proporciones, y tampoco tenía esperanzas de auxilios oficiales […]».
Las láminas a las que se refiere forman parte de la obra Dermatología general y atlas de la clínica iconográfica de las enfermedades de la piel o dermatosis. Son el resultado de un recopilatorio de lecciones, conferencias y observaciones realizadas a lo largo del tiempo y publicadas más tarde. Profundizar en esta obra tan rica y compleja requiere un estudio exhaustivo que merecería un capítulo aparte, por lo que nos limitaremos a resumir brevemente su contenido.
En la actualidad la obra completa se halla encuadernada en 2volúmenes. El primer volumen se divide en 2partes y corresponde a prácticamente todo el texto de Dermatología general… La primera parte, realizada en 1871, incluye 170 páginas del discurso preliminar, un índice analítico, 9 láminas de dermatología general con un estudio comparativo de las lesiones anatómicas o formas elementales; y la segunda parte es un compendio de lecciones publicadas a lo largo del tiempo, consistente en 27 lecciones clínicas de enfermedades de la piel entre las que se encuentran 6 lecciones sobre parasitarias (1873), 7 sobre pseudoexantemáticas (1874) y 14 lecciones sobre las dermatosis constitucionales (1880).
El segundo volumen es el Atlas propiamente dicho: está formado por 166 láminas cromolitografiadas de dermatosis, en su gran mayoría copiadas directamente de los pacientes de las salas del Hospital San Juan de Dios. Junto a ellas, las observaciones minuciosas a modo de historial médico complementan la imagen. La edición se debe a José Gil Dorregaray en 1873.
La elaboración de la obra fue muy compleja y se necesitó la contribución de diferentes colaboradores, que participaron en las distintas etapas del proceso. José Acevedo pintó tomando como modelos a los pacientes ingresados en las salas del Hospital San Juan de Dios y también cromolitografió en diversas ocasiones. Además, cromolitografiaron Kraus, Soldevilla, Llanta y Rufflé. Las imágenes histológicas que aparecen en el primer volumen fueron preparadas por Federico Rubio y Galí y dibujadas por Peiró Rodrigo. Como editor tenemos a José Gil Dorregaray y la estampación corrió a cargo de los talleres de impresión de J. Mateu y Dommon en Madrid.
A lo largo de los últimos 12 años, hemos ido recuperando las litografías del Atlas… halladas junto a las piezas del museo, y en el transcurso de las labores de limpieza de las láminas, nos llamaron la atención 2litografías incluidas dentro de la subclase «Dermatosis espontáneas locales o deformidades» (láminas IV y V) que se diferenciaban del resto.
Son 2retratos masculinos en posición frontal, ataviados con chaqueta oscura, camisa y pajarita y situados sobre un fondo verde claro. Ambos aparecen centrados con un viñeteado oval, al estilo de la época, y la técnica de ejecución del dibujo y de la litografía es muy minuciosa y cuidada. No los acompaña ningún tipo de historial médico que haga referencia a las enfermedades representadas.
Uno de los retratos titulado «Canicie diseminada» nos resultó especialmente sorprendente cuando descubrimos el increíble parecido que mostraba el retratado con la figura del Dr. Olavide al compararlo con las fotografías obtenidas de diarios de la hemeroteca (fig. 1), necrológicas o fotografías cedidas por sus propios familiares. Además, la aparición de una rúbrica de puño y letra, en la parte inferior derecha de la lámina donde se puede leer sin género de dudas «Olavide» nos indujo a formular la hipótesis de que él mismo se hubiese hecho retratar e incluir en el Atlas…, una de sus obras más importantes.
Material y métodoPara su comprobación reunimos todas las fotografías disponibles del Dr. Olavide que pudimos encontrar en registros, hemeroteca e incluso, como ya hemos mencionado, algún retrato donado por la familia (fig. 2).
También se realizó un estudio comparativo del contenido de los atlas publicados en 1873 para comprobar sus posibles analogías y diferencias.
Se estudiaron minuciosamente 4 ejemplares del Atlas de la clínica iconográfica de las enfermedades de la piel o dermatosis: 2 procedentes de la Real Academia Nacional de Medicina publicados en 1873, un ejemplar del Museo Olavide y láminas sin encuadernar de los mismos fondos. Además de estos, se cotejaron con otros 11 ejemplares, 7 pertenecientes a la Biblioteca de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y 4 pertenecientes a médicos dermatólogos.
A continuación, se detallan los ejemplares estudiados.
Ejemplar 1Atlas de la clínica iconográfica de las enfermedades de la piel o dermatosis, perteneciente a la Real Academia Nacional de Medicina.
Autor: José Eugenio Olavide
Editor: José Gil Dorregaray. Madrid. 1873
Descripción: Ejemplar de gran tamaño 52×39×8,5cm (alt×anc×prof)
Encuadernación en cartoné con tela y piel natural. Lomo de piel verde con el texto dorado y gofrado.
Como curiosidad, añadimos que está firmado por «El autor» y dedicado a la Real Academia de Medicina.
Ejemplar 2Atlas de la clínica iconográfica de las enfermedades de la piel o dermatosis, perteneciente a la Real Academia Nacional de Medicina.
Autor: José Eugenio Olavide
Editor: José Gil Dorregaray. Madrid. 1873
Descripción: Ejemplar de gran tamaño 52×39×8,5cm (alt×anc×prof)
Encuadernación en cartoné con piel y papel. Cubierta marmoleada. Lomo, lomera y puntas en piel marrón. Lomo con nervios con texto dorado y gofrado.
Ejemplar 3Atlas de la clínica iconográfica de las enfermedades de la piel o dermatosis, perteneciente al Museo Olavide.
Autor: José Eugenio Olavide
Imprenta: T. de Fortanet. Madrid. 1873
Descripción: Ejemplar de gran tamaño 52×39×8,5cm (alt×anc×prof)
Encuadernación en cartoné en tela y piel roja. Decoración en marco con motivos vegetales y texto dorado. Cantos dorados. Guardas en seda.
Ejemplar 4Láminas sueltas sin encuadernar del Atlas de la clínica iconográfica de las enfermedades de la piel o dermatosis pertenecientes al Museo Olavide.
Teniendo en cuenta que los ejemplares fueron entregados por fascículos, y a lo largo de mucho tiempo, la mayor variación de la obra se encuentra en la disposición de las láminas durante el proceso de encuadernación: en muchas ocasiones aparecen intercaladas y, aunque respetan la numeración y el orden del índice, en la mayoría de las ocasiones, al comparar 2ejemplares, no coincide la secuencia de la imagen con sus observaciones.
Además, la técnica de encuadernación también es variada. Encontramos encuadernaciones más cuidadas y costosas con multitud de elementos decorativos, dorados y gofrados (como la perteneciente al Museo Olavide) y otras más sobrias y económicas también con tapas duras, pero forradas de papel marmoleado en el caso del segundo ejemplar de la Real Academia Nacional de Medicina.
Más allá de estas variaciones que proporcionan una identidad única a cada ejemplar, en este artículo vamos a desarrollar el descubrimiento del posible retrato de José Eugenio Olavide en su gran obra científica. Para ello se optará por una metodología con herramientas de uso diario en el propio museo.
En el estudio se utilizaron todas las fotografías (se prescinde de otras representaciones como caricaturas o dibujos) que hemos conseguido del Dr. Olavide:
- 1.
Fotografía de autor anónimo de la orla de graduación 1857-1858 (cedida por el Ilustre Colegio de Médicos de Madrid).
- 2.
Fotografía de autor anónimo de la revista Iris, Barcelona, 16 de marzo 1901, p. 12.
- 3.
Fotografía de Compañy en La Ilustración Española y Americana, Madrid, 15 de marzo de 1901, p. 10.
- 4.
Fotografía cedida por familiares de Olavide, anónima y sin fecha.
- 5.
Fotografía del I Congreso Internacional de Dermatología, París 1889 (cedida por el Museo del Hôpital Saint Louis de París).
Todas las imágenes se utilizaron para estudiar los rasgos faciales en las diferentes angulaciones en las que se tomaron las instantáneas y comprobar los cambios producidos por el paso de los años en su rostro, pese a solo tener fecha fija en las fotografías 1 y 5, en las que Olavide tenía 21-22 años y 53 años, respectivamente.
De todas estas imágenes destacamos para el análisis la número 2, perteneciente a la revista Iris de 1901, de autor desconocido, que es la única en la que aparece el Dr. Olavide con largas patillas y bigote (barba hulihee), coincidente con la litografía de la lámina titulada «Canicie diseminada» dentro de las «Dermatosis espontáneas locales o deformidades» del Atlas (fig. 3).
Ambas imágenes se digitalizaron para estudiarlas y compararlas con un programa informático de diseño y edición de fotografía (Adobe Photoshop CS5 Extended, Versión 12.1 x64). Para ello se igualó el tamaño de ambos retratos con el fin de superponer las 2imágenes y, simplemente cambiando la capa superpuesta del retrato de la revista al modo de «trama», conseguimos una imagen semitransparente que, superpuesta a la litografía digitalizada hacía coincidir casi por completo los principales rasgos de Olavide (óvalo de la cara, línea de nacimiento del cabello, orejas, distancia y forma de los ojos, forma de la nariz, boca y barbilla.). Tan solo la altura de los hombros, la posición de la camisa y, por lo tanto, la parte superior del tronco visible en ambos retratos variaban, tal y como se puede apreciar en la figura 4.
Pero incluso los botones de la chaqueta, el tipo de camisa y la caprichosa forma del lazo a modo de pajarita parecen idénticos, por lo que casi podríamos afirmar que el retrato cuidadosamente dibujado y cromolitografiado por José Acevedo se basó en esta fotografía de Olavide.
Además, hay que añadir el hecho de la existencia de una firma original del autor en tinta presente en todas las láminas tituladas «Canicie diseminada» de los 11 Atlas Olavide estudiados. Esta rúbrica no debe ser confundida con los sellos del número de serie de las litografías que aparecen en algunas de las láminas, donde también consta el nombre del autor (figs. 5 y 6).
Con estas comprobaciones efectuadas, y a falta de un estudio antropomórfico que ratifique de forma concluyente nuestra hipótesis, creemos actualmente poder afirmar que se trata de una imagen de José Eugenio de Olavide y Landazábal intercalada dentro de su obra como prueba de la satisfacción que debió de sentir al publicarla.
El hecho de añadir un retrato del autor en la obra no es inusual en la época, pues muchos de ellos eran fotografiados y aparecían retratados en las primeras hojas de sus libros, junto a la portada.
Con todo, llama la atención que el supuesto retrato de Olavide aparezca en las páginas centrales del Atlas como un enfermo más, en el apartado de «Enfermedades locales o deformidades» y no junto a la portada como autor del libro. Sin embargo, la presencia de su firma es incuestionable, e invitamos a todos los lectores que tengan acceso a un ejemplar del Atlas de Olavide de 1873 a comprobar este determinante hallazgo.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Queremos agradecer de forma especial al Dr. Emilio del Río de la Torre por sus aportaciones y sugerencias en la realización de este artículo. Sin sus investigaciones históricas sobre el origen de la dermatología y la figura de Olavide no hubiera sido posible llevar a cabo esta investigación. Agradecemos, así mismo, su interés y compromiso con la Historia de la Dermatología y el Museo Olavide.