La electroquimioterapia (EQT) es una técnica para el tratamiento de tumores cutáneos primarios y secundarios basado en el empleo de quimioterapia a bajas dosis asociado a la aplicación de campos eléctricos de alta intensidad de forma pulsada, provocando una permeabilización reversible de la membrana celular, aumentando así la penetrancia de los quimioterápicos administrados (bleomicina y, menos frecuentemente, cisplatino). Actualmente es una opción recogida en las guías de tratamiento para el carcinoma epidermoide cutáneo, el carcinoma basocelular (CBC), el melanoma, el sarcoma de Kaposi (SK) y de partes blandas, el carcinoma de células de Merkel y las metástasis cutáneas de neoplasias no cutáneas1. Las principales ventajas de esta técnica radican en su simplicidad, versatilidad, eficacia y tolerabilidad, con escasos efectos adversos de importancia, pudiendo ser usada en pacientes frágiles.
Recientemente Clover et al.2 han presentado los resultados del Pan-European International Network for Sharing Practice in Electrochemotherapy. Aquí se recogen los resultados de 987 pacientes con diversas neoplasias cutáneas tratados con EQT, siendo el melanoma el tumor más frecuentemente tratado (n=283, 29%) seguido del CBC (n=298, 30%). Del global de pacientes un 61% tuvo una respuesta completa (RC), un 22% una respuesta parcial, un 12% una estabilización de la enfermedad y un 3% tuvo progresión de la enfermedad. Por tipo histológico las mejores respuestas fueron en el SK (RC 91%) con una respuesta global (RG [definida como RC más respuesta parcial]) del 98%, seguido del CBC (RC 85%, RG 96%), del melanoma (RC 64%, RG 82%), de las metástasis cutáneas del cáncer de mama (RC 62%, RG 77%) y del carcinoma epidermoide cutáneo (RC 63%, RG 80%). Otros factores asociados con una mayor eficacia fueron el menor tamaño tumoral (RC 82% en lesiones menores de 5mm, descendiendo a 35% en mayores de 10cm) y la administración intravenosa (respecto a intralesional) en las lesiones mayores de 2cm, mientras que se observó una menor eficacia en tejidos previamente irradiados (RC del 59% frente a un 71%).
Así, si en el SK unimos unas altas tasas de RC (similares a las observadas en la literatura científica) junto a la gran seguridad y tolerabilidad de esta técnica, hacen que sea muy interesante en aquellos pacientes con lesiones múltiples de SK3, al igual que para el tratamiento del CBC, donde otras opciones han fallado o no sean posibles. En el melanoma su principal papel actualmente está en el tratamiento de las metástasis cutáneas sintomáticas (RG 50-80% según la serie consultada), sin embargo, dada su acción, provocando la muerte celular inmunogénica4, se están llevando a cabo estudios de asociación de EQT con agentes inmunomoduladores, con el fin de comprobar su posible eficacia para el tratamiento sistémico del melanoma, ampliando esta acción inmune local para conseguir una acción inmune antitumoral sistémica (asociación ya demostrada en modelos murinos5). Sin embargo, hasta el momento solo disponemos de casos y series cortas publicadas de asociación de ECT con ipilumamab e inhibidores de PD-1 con resultados variables, aunque prometedores, en espera de los resultados de los estudios en curso.
Por todo ello la ECT se debe plantear dentro de las opciones terapéuticas que ofrecer a nuestros pacientes, dentro de una toma de decisiones multidisciplinar.