La formación de los residentes en dermatología es un proceso cada vez más exigente que ha evolucionado en los últimos años. La dermatología médico-quirúrgica y venereología es una especialidad regulada en España por la Ley de 20 de julio de 1955 y el Real Decreto (RD) 2015/1978, de 15 de junio1,2. La formación en esta especialidad tiene un periodo de formación que dura 4 años y está regulada por el Ministerio de Sanidad3. Desde el inicio del sistema MIR, el número de plazas y su demanda se ha incrementado progresivamente y es la primera especialidad en agotar sus plazas en los últimos 5 años (convocatorias MIR: 2013-2018). Asimismo, ha aumentado la demanda social del dermatólogo por causas diversas como el incremento de las necesidades cosméticas de la población, el aumento de las derivaciones de los médicos de atención primaria potencialmente evitable o la ampliación de los campos que engloba la dermatología4. Hasta la fecha, no se ha estudiado qué opinión se tiene sobre la formación especializada en dermatología a nivel nacional.
Se llevó a cabo un estudio transversal mediante una encuesta realizada de forma presencial el 9 de febrero de 2019 en el contexto del curso de dermatología cosmética para residentes de tercer año, que recogía información sobre aspectos relacionados con la docencia, la investigación y la satisfacción general y las expectativas (Anexo 1).
Un total de 52 residentes (33 mujeres), respondieron a la encuesta. El número medio de residentes por servicio fue de 5,8 (DE: 3,0), con 2,1 (DE: 1,8) tutores por hospital y 2,6 (DE: 2,6) tutorías al año.
Cada servicio tenía asignado una media de 4 quirófanos a la semana con anestesia local y uno con anestesia general. El 88,5% de los residentes (46/52) había realizado un colgajo y el 75% (39/52) había realizado un injerto como primer cirujano en alguna ocasión previa a la entrevista.
Se organizaba una media de 3 (DE: 1) sesiones clínicas en cada servicio por semana, siendo el 65,9% las impartidas por residentes. Solo el 25% (13/52) de los participantes realizaban sesiones clínicas con pacientes. El 80,8% (42/52) realizaban sesiones en colaboración con otros servicios con una frecuencia media de 3,1 (DE: 1,5) al mes. La periodicidad de las sesiones de investigación fue de 0,6 al mes.
El nivel de satisfacción global con el periodo de residencia fue del 4/5, alcanzándose la menor puntuación en formación en investigación (2,2/5) y la máxima en las rotaciones externas (4,4/5). La satisfacción global en docencia percibida por los residentes fue de 3,5/5 (fig. 1).
El 69,2% (36/52) de los encuestados consideraban útil tener exámenes periódicos y el 40,4% (21/52) estarían dispuestos a someterse a un examen al final de la residencia avalado por la AEDV.
La información sobre el seguimiento docente y comunicaciones está recogida en las figuras 2 y 3.
Los residentes consideraban que las tareas asistenciales dificultaban en gran medida la docencia (4,2/5) y la investigación (4,3/5). Solo el 7,7% (4/52) utilizaban herramientas de innovación docente. El 71,2% (37/52) gozaban de bastante o mucha disponibilidad para asistir a cursos de formación. Solo el 11,5% (6/52) de los residentes habían iniciado su tesis doctoral.
La valoración media sobre la dificultad para encontrar trabajo fue de 2,5/5. El 75% de los residentes quería trabajar tanto en Sanidad Pública como en Privada, el 9,6% mostraron deseos de trabajar solo en Sanidad Pública y ningún residente quería trabajar exclusivamente en la Sanidad Privada.
El auge de la dermatología, no es un hecho aislado a nivel nacional5. De hecho, la cartera de servicios de la dermatología se ha ido incrementando de acuerdo con las demandas sociales, lo que implica un mayor dinamismo en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Conjuntamente, los residentes reclaman un mayor seguimiento de su aprendizaje teórico y práctico. Algunos consideran la posibilidad de realizar exámenes periódicos como una opción para evaluar su evolución, aunque existe controversia en este aspecto, pues se ha demostrado que los actuales residentes prefieren un seguimiento frecuente y detallado, empleando fundamentalmente métodos informales más que formales6. Parece que estos resultados son concordantes con las preferencias de aprendizajes de la generación «millennials», aquellos nacidos entre 1981 y 19997,8, a la cual pertenecen la mayoría de los residentes en formación.
Es destacable el escaso uso de herramientas de innovación docente empleadas a pesar de que los medios sociales y las nuevas tecnologías están en auge. St Claire KM et al. también describieron el escaso uso de los medios sociales en sus programas9.
La formación en investigación es escasa. En contraste, un estudio norteamericanos mostró una tendencia creciente en el número de publicaciones entre sus aspirantes a dermatólogos aunque acompañado de una disminución en el número de doctores10. Esta falta de interés por la realización de la tesis doctoral podría tener su explicación en la escasa valoración que le dan las actuales autoridades sanitarias.
En conclusión, este artículo pone de manifiesto la actual visión de los residentes entrevistados sobre su formación y evidencia algunos aspectos a mejorar, destacando la demanda de un seguimiento más estrecho del aprendizaje teórico y práctico, así como, una mayor formación en investigación.